Comenzar de nuevo


     En punto crepuscular la casa se encontraba sola; no era común encontrar alma viviente rondando por el sitio, más bien el silencio dominaba la mayor parte del tiempo enseñándome a ser como él. Yo recién cumplía años, y de no ser porque encontré una carta de felicitación en el tapete de la entrada no me hubiese dado cuenta de la fecha, regularmente no presto atención al tiempo. En fin, la carta era sencilla y anónima, como la he recibido cada fecha igual a hoy; una hoja parcialmente blanca sin líneas tamaño media carta doblada en tres partes, metida en un sobre de lo más blanco que he visto, sin cerrar; ha contribuido a mi felicidad, por lo menos ese día; después de pensar en la carta me miré en el espejo, un espejo grande al inicio del pasillo que conecta la sala con mi habitación, del lado derecho. 

     Al no tener horario no supe cuánto tiempo me quedé observando mi presente, sin embargo me pregunté: ¿Aún debo seguir aquí? y con esto me refiero al contexto 'existencia'; qué tanto debo lograr o es que ya lo conseguí, bien podría sacar mi vieja escopeta cargada y oculta en la alacena que con un simple y sin esfuerzo movimiento de dedo fundiría mis neuronas con el plomo, pero hay tanta historias que aún no suceden que espero a que pasen, prometer el tipo de cosas que las personas prometen, ser alguien; saber que he terminado aquí. No puedo pensar en algo más que eso. Han pasado no sé cuántos años y mi pensamiento aún no cambia de opinión; nunca aprendí a decirle que no. Además, últimamente me resulta complicado hacer lo que yo quiero; no importa. Supongo que todo pasó gracias al último "accidente", por el bien de todos, por el bien mío. 

     La contemplación fue tal que el entorno desaparecía y mi rostro se desfiguraba, tomando formas de mis yo pasados, sonriéndome. Es interesante cómo a este punto no importa nada, el simple hecho de mirar tu reflejo simboliza, en el momento, la cosa más importante a realizar. “Creo que al fin podré dejar este mundo”, pensé. Deje de verme y caminé a la cocina tome un vaso de cristal y bebí un poco de agua, mi garganta era amarga en ese momento, pero pasará. Tomé el artefacto cazador y apunté sin pensar de mi garganta hacia mi coronilla, era hora de irme, como siempre. Jalé el gatillo y en la soledad de atardecer volví a recordar la carta de cumpleaños para después mirar el espejo…

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