Forma (Turbio II)


     Tengo que cambiarme de ciudad sólo para encontrar el inicio de todo esto. Cuando mi madre me reveló lo que significaba todo este rito de muerte me surgió la gran necesidad de saber más; conocer desde qué punto comencé a ser quien soy y quién era antes de todo lo que sucedió, pues ahora sé que mi físico actual no es el mismo con el que nací.

     Me dirijo a la localidad que tanto resonaba en mi mente y tantas veces ignoré como si se tratara de un pensamiento vago y sin importancia. No llevo equipaje, para esta clase de travesías se necesita viajar ligero ya que probablemente se regrese con mucha carga. Así pues, la forma más rápida de llegar era en un expreso viejo que recorría varias ciudades pequeñas y una de ellas, la antepenúltima del recorrido, mi destino. Viajé de noche cual instrucción de mi madre, desde las 3:15 hasta las 6:45 de la mañana, justo antes de que se empezara a iluminar el cielo desapareciendo las estrellas. Durante mi recorrido repasé de mi pequeña libreta de bolsillo las instrucciones que se me habían confiado, suelo ser muy apegado a las reglas por lo que seguir instrucciones no debería ser complicado para mí, incluso si son demasiadas; sólo representaría un reto mayor.

     La segunda indicación era encontrarme con una persona al bajar del tren, la cual sólo sería mi guía hasta que llegase al punto de encuentro escrito en el tercer renglón de mi libreta. La persona era más grande que yo en cuestión de edad (aparentemente), sexo femenino, vestimenta formal con colores apagados, salvo una pequeña salvia azul que se asomaba por el bolsillo superior de su gabardina marrón. Con una máscara sonriente propia de años de experiencia de tratar con gente, me saluda refiriéndose a ella como Magdalena y me invita a que le siga. Salimos de la estación y nos dirigimos a un coche negro bastante brillante y pequeño, parecía recién lavado, al adentrarme el sonido parecía no tener presencia y me siento un poco incómodo. Magdalena sin más comienza a conducir, la máscara de amabilidad no se ha borrado de su rostro a pesar de que sabe que en todo el trayecto no me volteará a ver ni yo a ella.

     Llegamos al sitio, un vecindario con una avenida bastante amplia, pocos coches y al parecer poca gente habitaba ahí; las casas parecían abandonadas, sólo algunas se encontraban remodeladas o al menos en conservación, como es el caso de la casa a la que llegué. De color rosa mexicano, ventanales de madera con hierro negro y algunas pequeñas esculturas de cantera adornando la entrada y el techo de la fachada. Se veía nada tétrica a comparación de lo que esperaba, supongo que no es como en las películas. Finalmente entro y Magdalena se despide de mí pidiéndome que espere al dueño de la casa. No parece que ella conozca quien vive aquí, es como si sólo la hubiesen contratado para que me acompañara en el trayecto del tren al lugar; no entiendo por qué tomarse la molestia.

     La casa tiene las luces de adentro encendidas por lo que supongo que no debe tardar en aparecer alguien y resolver mis dudas. Pasaron unos 4 minutos y apareció un señor de ya avanzada edad con buena movilidad, al parecer ya sabe a lo que he venido y me conduce a las habitaciones superiores por unas escaleras al fondo del pasillo principal. Antes de entrar a una de las habitaciones me pregunta qué se necesita para que alguien pase del no creer una ilusión a creer que es completamente cierta, entonces recuerdo lo mucho que mi padre me repetía esa pregunta cuando era pequeño, a lo que respondí "existen dos caminos, uno demostrarle la ilusión desde otra perspectiva y la segunda es convencerle de otra ilusión que incluya la primera". Sonrió mientras me felicitaba por la respuesta y pronto me hizo la seña para entrar en la habitación donde ya había alguien más, alguien que yo conocía, mi maestro.

     Me extraña saber que esté aquí, fue mi maestro privado hasta que entré a la preparatoria, luego de eso no lo volví a ver jamás. Me pidió que me sentara con él al borde de la cama y así hice. Fue directo al grano y comenzó diciendo que no sólo había estado a lo largo de mi niñez para enseñarme materias que todos conocían como Geografía o Matemáticas, sino que trataba de comprender algunos aspectos anormales que sucedían en mi familia y que después de un tiempo comprendió que tenían que ver conmigo. Ya no me sorprendía lo anormal después de lo que sucedió aquella noche con Cris y Jane más lo que me explicó mi madre. Relató algunos sucesos de cuando era niño en donde yo parecía morir por unos minutos y después regresaba sin recordar lo que había sucedido; durante años lo mantuvieron en secreto y buscaron ayuda para lidiar con el problema. Una de las tías abuelas de mi madre le había indicado desde mi nacimiento que me mantuvieran oculto a la sociedad hasta cierta edad, que sería peligroso si ciertas personas conocieran mi mortífera habilidad ya que con el tiempo crecería en otros aspectos que incluían las conexiones astrales, además de otras instrucciones como la de enterrarme a mí mismo que ahora me doy cuenta ha sido todo una ilusión más grande "convencerle de otra ilusión que incluya la primera".

     Cuando mi madre me explicó lo que había pasado, me dijo que fui sometido a una cirugía para modificar mi rostro en puntos estratégicos para ser irreconocible incluso para mí mismo, desde las cejas, la forma de la boca, la inclinación de la nariz y algunos lunares. Lo que había pasado en el entierro había sido un truco en donde Alberto daría testimonio de que había muerto, él estaba feliz de que yo  muriera pero no estaba consciente de que todo era un engaño: los cuerpos, la putrefacción, el ataúd, mi malestar; así que el plan funcionó de buena forma para que los perseguidores de mi familia se esfumaran al menos por un tiempo. Yo no recordaba la cirugía porque había sucedido en alguno de esos colapsos en donde parecía morir y al despertar me dijeron que había sufrido un accidente, simularon todo tan bien que no dudé en creer.

     Finalmente mi maestro me pide que me quede un tiempo para comenzar a controlar mi habilidad y darle forma a mi destino. Me parece bastante buena la idea ya que hasta este día no había comprendido porque tanto silencios y secretos en mi familia, ahora por fin podré incluirme a ese estilo de vida y conocer por qué es tan importante controlar esto y qué lo hace tan valioso. Ten cuidado, me dice mientras sale de la habitación y yo sólo me recuesto a acomodar mis pensamientos; mientras tanto estoy quedándome dormido, mi respiración es muy lenta, siento que me hundo, ya no puedo abrir los ojos y rápidamente me tiento el corazón; ha dejado de latir.

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