Ellos de mí
Hace unos días caí en un oscuro abismo, no estaba soñando y
tampoco era de noche; sólo caí. Mi rutina habitual de un miércoles pero con un
cansancio que evitaba que me levantara, se sentía extraña la pesadez con la que
me movía, me sentía anciano. Mientras ocurría el día pensaba en llegar a mi
casa y poder tomar una siesta, mis párpados se abrazaban cada que podían y mi
cuerpo se entumecía poco a poco. Al llegar a mi casa, entré a mi habitación,
tiré mi mochila, mi ropa y luego me tiré yo al piso; algo me jalaba, ya no
respondía mi cuerpo, creí que el piso estaría frío pero era más parecido a un
cómodo colchón, aunque sabía que no estaba en mi cama.
Quería levantarme pero parecía que la idea era lo único que
lo deseaba, todo lo demás se hundía en el suelo y digo hundir porque sentía
como mi cuerpo poco a poco traspasaba el piso; la sensación era similar a
cuando atraviesas un cuerpo gelatinoso. Cuando pasaron mis orejas, todo el
ruido disminuía y estaba entrando a un silencio sepulcral, cuando pasaron mis brazos
colgaban como si no existiera nada más abajo, al pasar mi cuerpo completo
caería, cuando traspasaron mis ojos dejé de ver, la oscuridad era absoluta y
justo antes de caer escuché mi voz diciendo "ven a ti".
Sabía que descendía pero nada me lo comprobaba, no había
aire, sonidos ni luz. De pronto choqué con una fuerza increíble en una especie
de suelo, me destrocé por completo sintiendo cada pedazo de mi cuerpo
esparciéndose hacia no sé dónde; un dolor infinito en una fracción de instante,
luego de eso percibí que algo no se desvaneció, era yo pero sin mi cuerpo, o al
menos eso creo hasta hoy. Me puse "de pie" de alguna forma y en todas
direcciones había muchísimas figuras humanas vestidas completamente de negro
con el rostro vendado, no se veían idénticas, no mostraban expresión,
respiración, piel o movimientos. No me sentí asustado, parecía que ya había
estado ahí antes y me sentía en un ambiente muy familiar; acogedor hasta cierto
punto.
Entonces, frente a mí una gran figura humana destacaba,
estaba mucho más cerca que todas, tenía más altura y su cabeza no era para nada
humana pero también estaba vendada. Yo lo contemplaba, no sentía ganas de huir
o algún tipo de miedo, no sentía nada. Comenzó a mover sus brazos mientras se
acercaba aún más a mí, abrazándome, se sentía seco y me quemaba, soportable. En
cuanto me tocó se abrieron mis oídos y escuchaba a todos los seres que estaban
ahí incluyendo al más grande, todos susurraban de forma desordenada aunque
parecían decir lo mismo, a manera de rezo. Las únicas palabras que pude
entender fueron "él" y "aquí", separadas por muchos
susurros. En cierto momento escuché al más grande destacar, que aún tenía sus
brazos en mi cuerpo, su lenguaje no lo conocía y entendía lo que decía, a cada
palabra comenzaba a pegarme más a él y enterrar sus dedos en mi piel. Su voz
nacía en mi cabeza y retumbaba hasta mis pies.
No recuerdo textualmente todo lo que dijo, aun así puedo
decir que habló sobre que todos esos seres extraños eran yo así como yo era
ellos, cada uno una parte y yo una parte de ellos. Comprendían desde mis más
oscuros miedos hasta recuerdos y deseos muertos; todo lo que conforma la parte
no grata de alguien, todo lo que contiene emociones que no me agradaban
convertidos en seres y estaban atrapados, esperándome. Yo había llegado a
liberar lo que tanto tiempo retuve y creí haber escondido perfectamente. Las
uñas de aquel ser ya estaban adentro de mi piel y el dolor se hacía
insoportable. Eso hizo que se me grabara lo último que dijo:
"Abre
la puerta, libéranos; acabas de morir,
es la única forma de huir de aquí,
déjanos entrar y te dejaremos salir,
ahora y siempre estaremos para ti. "
Luego de eso regreso mi sordera y de mi boca salió decir
"que así sea". Terminaba de pronunciar la última palabra, empecé a flotar
y elevarme, todos los seres miraban y poco a poco se disolvían dejando un
rastro de polvo en lugar de ellos, todo pasaba muy rápido hasta que sólo quedó
el del rostro extraño; estaba yo a una gran altura y aquel ser apenas se
distinguía. Comenzó a hacerse más grande y entonces entendí que estaba yendo
hacia mí a gran velocidad escuché su risa grotesca y macabra que hacía un eco a
gran escala que con cada segundo se hacía más grande y perturbadora.
Fue sólo
un instante hasta que ya lo tenía enfrente de mi cara y sólo grité con todas
mis fuerzas pero no pude cerrar mis ojos y sentí como se introducía a través de
ellos. Fue tan largo como la duración de mi grito de horror y cuando me quede
sin aire pude cerrar los ojos, inspiré y me encontraba con mi cuerpo contra el
frío suelo de mi habitación, me levanté con el corazón en la garganta y corrí
al baño, me miré al espejo y tenía el rostro vendado pero veía a través de él
como si no lo estuviera. Intenté gritar y sólo salía un alarido ahogado por no
poder abrir la boca, sentí como la tela se encarnaba dando paso a mi rostro
asustado, me llevé las manos a la cara y todo parecía estar normal, pasé mucho
tiempo contemplándome hasta convencerme de que todo había sido una ilusión.
Ahora sigo con mis días sin algún cambio que me indique que
algo de todo esto ha sido real o que tuvo algún propósito, sólo en las noches
escucho la risa perturbadora de aquel ser y me llevo las manos al rostro para
verificar si el vendaje sigue ahí; a veces creo sentirlo pero la sensación no
dura los suficiente como para asegurarlo, quizá el tiempo me diga qué ha
sucedido.
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